Dije aquí hace un par de semanas que a una gran parte de la población mundial la verdad ha dejado de importarle. Me temo que me quedé corto y que lo que ocurre es aún más grave: una gran parte de esa población es ya incapaz de distinguir la verdad de la mentira, o, más exactamente, la verdad de la ficción. Y por ello, el antiguo dicho español “Calumnia, que algo queda” ha perdido sentido y se oye cada vez menos. Para empezar, si ustedes se fijan, el verbo “calumniar” se emplea ya rara vez, y hasta su significado ha empezado a desvaírse y difuminarse, como suele ocurrir con los vocablos que definen algo anómalo –un quebranto de la regla– cuando la anomalía pasa a ser normal y la regla. (Si todo el mundo mintiera y además lo hiciera sin cargo de conciencia ni temor a las consecuencias, el concepto mismo de mentira quedaría privado de sentido y ésta quedaría tan sólo, probablemente, como “una forma más de ejercer la libertad de expresión: camino de ello vamos, no se crean.) Hoy el dicho debería ser: “Calumnia, que nadie lo va a notar”, o “Calumnia, que tus calumnias acabarán nivelándose con la verdad”.
http://www.elpais.com/articulo/portada/distinguen/elpepusoceps/20090726elpepspor_13/Tes
martes, 28 de julio de 2009
martes, 21 de julio de 2009
La luna y Cuenca
Después de cenar el niño, rascándose una oreja, se acercó a su padre y, reclamando su atención, le preguntó: Oye, papi, ¿qué está más cerca, la luna o Cuenca? El padre, sin dejar de fijar su atención en el televisor, miró a su retoño con el rabillo del ojo y le contestó: Pero vamos a ver, Jorge, ¿tú desde aquí ves Cuenca?
http://blogs.publico.es/traduccioninversa/82/la-luna-y-cuenca/
http://blogs.publico.es/traduccioninversa/82/la-luna-y-cuenca/
lunes, 20 de julio de 2009
El PRINCIPITO
El segundo planeta estaba habitado por un vanidoso:
-¡Ah! ¡Ah! ¡Un admirador viene a visitarme!
-¡Ah! ¡Ah! ¡Un admirador viene a visitarme! -Gritó el vanidoso al divisar a lo lejos al principito.
Para los vanidosos todos los demás hombres son admiradores.
-¡Buenos días! -dijo el principito-. ¡Qué sombrero tan raro tiene!
-Es para saludar a los que me aclaman -respondió el vanidoso. Desgraciadamente nunca pasa nadie por aquí.
-¿Ah, sí? -preguntó sin comprender el principito.
-Golpea tus manos una contra otra -le aconsejó el vanidoso.
El principito aplaudió y el vanidoso le saludó modestamente levantando el sombrero.
"Esto parece más divertido que la visita al rey", se dijo para sí el principito, que continuó aplaudiendo mientras el vanidoso volvía a saludarle quitándose el sombrero.
A los cinco minutos el principito se cansó con la monotonía de aquel juego.
-¿Qué hay que hacer para que el sombrero se caiga? -preguntó el principito.
Pero el vanidoso no le oyó. Los vanidosos sólo oyen las alabanzas.
-¿Tú me admiras mucho, verdad? -preguntó el vanidoso al principito.
-¿Qué significa admirar?
-Admirar significa reconocer que yo soy el hombre más bello, el mejor vestido, el más rico y el más ïnteligente del planeta.
-¡Si tú estás solo en tu planeta!
-¡Hazme ese favor, admírame de todas maneras!
-¡Bueno! Te admiro -dijo el principito encogiéndose de hombros-, pero ¿para qué te sirve?
Y el principito se marchó.
"Decididamente, las personas grandes son muy extrañas", se decía para sí el principito durante su viaje.
http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4164089370030847869
-¡Ah! ¡Ah! ¡Un admirador viene a visitarme!
-¡Ah! ¡Ah! ¡Un admirador viene a visitarme! -Gritó el vanidoso al divisar a lo lejos al principito.
Para los vanidosos todos los demás hombres son admiradores.
-¡Buenos días! -dijo el principito-. ¡Qué sombrero tan raro tiene!
-Es para saludar a los que me aclaman -respondió el vanidoso. Desgraciadamente nunca pasa nadie por aquí.
-¿Ah, sí? -preguntó sin comprender el principito.
-Golpea tus manos una contra otra -le aconsejó el vanidoso.
El principito aplaudió y el vanidoso le saludó modestamente levantando el sombrero.
"Esto parece más divertido que la visita al rey", se dijo para sí el principito, que continuó aplaudiendo mientras el vanidoso volvía a saludarle quitándose el sombrero.
A los cinco minutos el principito se cansó con la monotonía de aquel juego.
-¿Qué hay que hacer para que el sombrero se caiga? -preguntó el principito.
Pero el vanidoso no le oyó. Los vanidosos sólo oyen las alabanzas.
-¿Tú me admiras mucho, verdad? -preguntó el vanidoso al principito.
-¿Qué significa admirar?
-Admirar significa reconocer que yo soy el hombre más bello, el mejor vestido, el más rico y el más ïnteligente del planeta.
-¡Si tú estás solo en tu planeta!
-¡Hazme ese favor, admírame de todas maneras!
-¡Bueno! Te admiro -dijo el principito encogiéndose de hombros-, pero ¿para qué te sirve?
Y el principito se marchó.
"Decididamente, las personas grandes son muy extrañas", se decía para sí el principito durante su viaje.
http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4164089370030847869
Suscribirse a:
Entradas (Atom)