En las playas de todos los mundos, se reúnen los niños. El cielo infinito se encalma sobre sus cabezas; el agua, impaciente, se alborota. En las playas de todos los mundos, los niños se reúnen, gritando y bailando. Hacen casitas de arena y juegan con las conchas vacías. Su barco en una hoja seca que botan, sonriendo, en la vasta profundidad. Los niños juegan en las playas de todos los mundos. No saben nadar, no saben echar la red. Mientras el pescador de perlas se sumerje por ellas, y el mercader navega en sus navíos, los niños cojen piedrecillas y vuelven a tirarlas. Ni buscan tesoros ocultos, ni saben echar la red. El mar se alza, en una carcajada, y brilla pálida la playa sonriente. Olas asesinas cantan a los niños baladas sin sentido, igual que una madre que meciera a su hijo en la cuna. El mar juega con los niños, y, pálida, luce la sonrisa de la playa. En las playas de todos los mundos, se reúnen los niños. Rueda la tempestad por el cielo sin caminos, los barcos naufragan en el mar sin rutas, anda suelta la muerte, y los niños juegan. En las playas de todos los mundos, se reúnen, en una gran fiesta, todos los niños.
Rabindranat Tagore
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