La poesía va siempre acompañada por el placer. El acercamiento del niño al poema es trabajo del adulto y para que esta experiencia sea positiva debe reunir algunas condiciones:
- La introducción al poema debe darse con un clima de distensión y tranquilidad mental.
- La lectura o interpretación del poema ha de efectuarse con inflexiones de voz, pero sin sobreactuación.
- No es preciso explicar las palabras desconocidas porque la captación por niños y niñas es total.
- Debemos manejar con habilidad el vínculo afectivo que debe establecerse entre los más pequeños y la obra.
- No es conveniente interrogarles para observar cómo y en qué medida el poema penetró en ellos; las preguntas destruyen estados internos afectivos.
- La vivencia no se concreta en el acto, sino que es un proceso de efectos progresivos.
- La trasferencia poética debe estar regida por la conciencia lúdica, compartida entre el emisor y el receptor, sobre todo en los primeros años. Es imprescindible recordar que el juego es el medio del que se valen niños y niñas para conocerse a sí mismos y al mundo de personas y cosas que les rodean.
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