La lectura es un ejercicio de emancipación individual que procura ponerse en el lugar del otro. En un tiempo definido por los poderosos medios de homologación de las conciencias que fijan la opinión, reivindicar la mirada individual del lector se convierte en un acto de rebeldía humana que conviene cuidar. En un tiempo que confunde el individualismo con el egoísmo, un ejercicio que nos invita a ser dueños de nuestras opiniones y sentimientos, pero en diálogo con los otros, puede ser considerado como la metáfora del lado más noble de la modernidad.
Los libros son espacios públicos donde se establece un diálogo entre las conciencias del autor y el lector. El escritor ordena su propio mundo al darle forma objetiva a sus pensamientos ante los ojos del lector, y el lector descubre su rostro particular, sus ilusiones y sus miedos, cuando acude a la cita propuesta por el autor. No faltan razones, y lo ha hecho de manera rotunda la tradición romántica, para denunciar el egoísmo mercantil escondido bajo los argumentos del contrato social que fundó la sociedad moderna. Pero es muy arriesgado olvidar del todo el lado luminoso de palabras como libertad, igualdad y fraternidad. La lectura, el pacto entre conciencias individuales que buscan un conocimiento compartido, sigue representando la mejor aspiración de una sociedad formada por ciudadanos, y no sólo por consumidores, contribuyentes y votantes útiles.
http://www.elpais.com/articulo/andalucia/lector/elpepiespand/20090509elpand_10/Tes
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